La superstición que mueve a los actores, sobre todo los de teatro, a no utilizar el color amarillo en escena, ya que consideran que este color puede llevarles a la mala suerte o el fracaso en escena, proviene del dramaturgo y actor francés Jean-Baptiste Poquelin (1622-1673), conocido por Moliére.
En febrero de 1673 Moliére estrenó el ballet-comedia “El enfermo imaginario”, una obra que en clave de humor y sátira se centraba en los médicos.
Pocos días después del estreno, en plena representación, el dramaturgo se sintió indispuesto, y murió unas horas más tarde en su domicilio. En la representación, Moliére vestía ropas de color amarillo.
Este hecho ha marcado para siempre el uso del color amarillo en escena.